Una esperanza sin optimismo frente al cambio climático

Una entrevista con Robert S. Pindyck

Frente al inexorable avance de la crisis ecológica que el planeta enfrenta, parece que lo más práctico es adaptarnos desde ya a las nuevas hostilidades de un mundo distinto. ¿Cómo asumir esto? Un economista estadounidense, autoridad en las discusiones económicas sobre el calentamiento global, arriesga en esta entrevista una respuesta poco reconfortante, pero sin dar campanadas catastrofistas.

POR Juan Benavides

Abril 25 2024
Una entrevista con Robert S. Pindyck

Los impactos del cambio climático se desconocen, pero son globales y podrían ser inmensos. La mayoría de los analistas y activistas del tema recomienda la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero como acción principal. Con cálculos que un lector atento puede replicar, Robert S. Pindyck muestra en su último libro, Climate Future, que, incluso con esfuerzos nunca vistos en mitigación de las emisiones, se llegaría a un aumento preocupante de la temperatura media de la atmósfera. Pindyck plantea darle mayor importancia a la adaptación para reducir el daño potencial del calentamiento global. Los argumentos del libro se condensan en la siguiente entrevista que realicé en diciembre de 2023.

Robert S. Pindyck es profesor del Banco de Tokyo-Mitsubishi Ltd. en Finanzas y Economía y profesor de Economía Aplicada en la Escuela de Administración Sloan del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Tiene títulos de pregrado en ingeniería eléctrica y física, una maestría en ingeniería eléctrica y un doctorado en economía del MIT. Actualmente investiga sobre políticas económicas relacionadas con eventos de gran impacto negativo y baja probabilidad de ocurrencia que afectarían gravemente a toda la economía de los Estados Unidos o del mundo. Pindyck es coautor (junto con Avinash Dixit) de Investment Under Uncertainty (Princeton University Press, 1994). Su libro más reciente, Climate Future - Averting and Adapting to Climate Change, fue publicado por Oxford University Press en 2022.

Profesor Pindyck, muchas gracias por conceder esta entrevista para El Malpensante, una revista cultural en español muy apreciada por individuos de diversas formaciones. Si está de acuerdo, comenzaré haciéndole algunas preguntas sobre su libro Climate Future que pueden ser de gran interés en Colombia. Luego, me gustaría escuchar su opinión sobre cómo abordar –o no– una política de cambio climático en países en desarrollo y sobre las políticas energéticas y ambientales que se discuten actualmente en la arena internacional. 

Gracias por la amable presentación. Es un placer estar aquí y hablar con usted. 

¿Qué sabemos y qué no sabemos sobre el cambio climático? ¿Qué tipo de incertidumbre estamos enfrentando? ¿Cómo afecta la incertidumbre a las decisiones en relación con el cambio climático? Le pido disculpas por hacer una pregunta tan compuesta.

No, es una pregunta compuesta muy natural. De hecho, tiene que ser compuesta. Se relaciona con el tema central del libro: la naturaleza de la incertidumbre en el cambio climático. Sabemos, por ejemplo, que el cambio climático (como también conocemos al calentamiento global) se debe sobre todo a la actividad humana. Y sabemos que a medida que las economías crecen, emiten CO₂, y a medida que el CO₂ se acumula en la atmósfera, permanece allí durante más de 100 o 200 años. Al mismo tiempo que la concentración atmosférica del CO₂ aumenta, provoca un efecto invernadero que lleva a que la temperatura media global aumente. Desde alrededor de 1960, la temperatura media global ya ha aumentado en más de 1 ° c. De hecho, el aumento puede estar cerca de 1.2 ° c en este momento. Esto se debe recordar porque muchos grupos de analistas y activistas, incluidos los participantes en la COP de Dubái, hablan de imponer un límite de 1.5 o de 2 ° c al aumento de la temperatura media de la atmósfera. Si el incremento de temperatura ya superó 1 ° c, la verdadera pregunta es cuánto más va a aumentar. Otra cosa que sabemos es que el calentamiento global, el cambio climático, no es algo bueno en general. Es malo, causa daño. Ahora bien, un cambio climático leve podría ayudar a algunos países. Por ejemplo, el norte de Canadá podría beneficiarse de temperaturas ligeramente más altas, pero es cada vez más claro que los aumentos significativos en la temperatura serán negativos para la mayoría de países. Por tanto, nos gustaría evitar el aumento de temperatura. Ahora entramos en el área en la que no sabemos mucho. Incluso si supiéramos cuánto CO₂ se emitiera anualmente durante los próximos 50 años, no sabríamos exactamente cuánto aumentaría la temperatura media global. Tenemos una idea, pero el rango de valores es grande. La razón es que hay un parámetro incierto muy importante llamado “sensibilidad climática”, que mide el aumento en la temperatura media global que resultaría de duplicar la concentración atmosférica de CO₂. Los números que se utilizan para la sensibilidad climática tienden a estar alrededor de 3.0. Pero es una estimación. No sabemos con certeza si la sensibilidad climática es 3.0. Tal vez sea solo 2.0, en cuyo caso, las cosas no serían tan malas. Pero tal vez sea 4.0, lo cual tendría consecuencias muy graves. En este asunto sabemos algo, pero hay incertidumbre. Finalmente llegamos al impacto del cambio climático, asunto en el que somos totalmente ignorantes. Supongamos que se conociera exactamente cuánto va a aumentar la temperatura media global hasta el año 2100. Entonces, la pregunta es: ¿qué consecuencias tendría ese aumento? Y si las consecuencias fueran pequeñas, ¿por qué debería preocuparnos? El impacto que tengo en mente es la reducción del producto interno bruto (PIB) entendido de manera amplia, lo cual incluye la valoración de otros bienes y servicios que la definición convencional no captura. No sabemos en absoluto qué le sucedería a este PIB generalizado si la temperatura media global aumentara en 3 ° c. No lo sabemos porque no tenemos una teoría. No tenemos una teoría económica, ni una teoría física, ni una teoría de ningún tipo, y no tenemos datos. Además, no existe el antecedente de una economía industrial que haya experimentado un aumento de temperatura de 3 °c. La adaptación reduciría el impacto, pero no sabemos cuánta adaptación ocurrirá ni el alcance de la reducción del impacto. Ignoramos cuál puede ser el impacto del cambio climático. Esta es la naturaleza de la incertidumbre que se enfrenta.

En su libro, usted realiza algunos cálculos para evaluar el incremento promedio de temperatura en un escenario optimista de descarbonización. ¿Cuáles son los supuestos básicos? ¿Por qué lo llama optimista, si la mayoría de los compromisos nacionales de descarbonización siguen una senda temporal de reducción de emisiones mucho más acelerada que la que usted usa? 

Tal vez usted piense –o tal vez no– que esos llamados “compromisos” de descarbonización son reales. Pero yo creo que es muy poco probable que Europa llegue a cero emisiones netas (net zero) para 2050, que China llegue a cero emisiones netas para 2060, o que cualquier país llegue a cero emisiones netas en 2050 o 2060. Simplemente es extremadamente optimista. Si usted mira hacia dónde se dirigen las cosas en este momento, tal vez las emisiones globales dejen de aumentar en los próximos cinco años u ocho años. Pero no van a llegar a cero. Hay que recordar que mientras haya emisiones, la concentración atmosférica de CO₂ seguirá aumentando. Y eso significa que la temperatura seguirá aumentando. Ahora, lo que hice es bastante simple: asumí que, a partir de 2020, las emisiones netas de CO₂ van a disminuir en línea recta hasta llegar a cero a finales de siglo. Si esto sucediera, sería asombroso. Sobre todo porque las emisiones de CO₂ no están disminuyendo. Ya llevamos tres años en este escenario y están aumentando. Más adelante comenzarán a disminuir, pero, ¿van a llegar a cero a finales de siglo? Probablemente no, por eso pienso que mi escenario es bastante optimista. Primero calculé la evolución del acervo de concentración atmosférica de CO₂ asociada a las emisiones del escenario. Luego, con la aplicación del valor de 3.0 para la sensibilidad climática, estimé el cambio en la temperatura media año por año hasta el año 2100. Intenté mostrar un par de cosas. En primer lugar, que el aumento promedio de temperatura no luce bien incluso en un escenario improbablemente optimista. En segundo lugar, y esto es lo más importante, que es bastante probable que superemos no solo 2 °c, sino 3 ° c en los próximos 30 o 40 años. Muy probablemente.

¿Cuál es el papel de la adaptación? ¿Cómo preserva o aumenta el valor económico? 

Hay que distinguir entre dos tipos de tareas que el mundo debería hacer con respecto a la acción climática: reducir las emisiones y adaptarse a las posibles consecuencias del aumento de temperatura. Es claro que deberíamos reducir las emisiones. En una visión optimista del mundo, la reducción agresiva de las emisiones haría todo el trabajo. Pero creo que el mundo no reducirá las emisiones lo suficientemente rápido. Y como resultado veremos un gran aumento en la concentración atmosférica de CO₂ y en la temperatura media global. La adaptación simplemente significa que tenemos que responder a eso.

Le daré un ejemplo tomado del libro. Los colonos ingleses que se establecieron en la costa este de lo que ahora son los Estados Unidos plantaron trigo. En la década de 1850, la mayor parte del trigo producido en América del Norte se cultivaba en la región de asentamiento original de los colonos. Luego empezó una migración al oeste, en buena parte motivada por la gran abundancia de tierra en dicha región. En los territorios que hoy corresponden a Indiana, Missouri e Illinois, entre otros, se plantó trigo y maíz con semillas que habían cultivado en la costa este. Adivine qué pasó. Las semillas no crecieron. ¿Y por qué no crecieron? Por el cambio climático, no a lo largo del tiempo, sino por la gran diferencia entre el clima del medio oeste y el clima de la costa este. En la segunda mitad del siglo XIX, el clima del medio oeste era inhóspito. Los inviernos eran más fríos y los veranos más calurosos que en la costa este. Y sigue siendo así en el siglo XXI. El trigo simplemente no crecía en esas condiciones, tampoco el maíz. Entonces, los migrantes se adaptaron. ¿Cómo? Primero encontraron cepas de trigo en otras partes del mundo que tenían climas similares, como Ucrania. Trajeron esas cepas a los Estados Unidos, las plantaron en el medio oeste y crecieron. Otra cosa que hicieron fue desarrollar cepas híbridas. El maíz híbrido se desarrolló por esa razón, para tener un cultivo de maíz que pudiera resistir el calor, el frío y la sequía. El resultado es que para 1930 ya nadie cultivaba trigo y maíz en la costa este. Todo se cultivaba en el medio oeste, como ocurre hoy.

Ese es un ejemplo de adaptación; desarrollar diferentes tipos de cultivos, cultivos híbridos y cosas por el estilo. No elimina el cambio climático, pero ayuda a evitar sus perjuicios. Hay muchas formas de hacer esto. Por ejemplo, el aumento del nivel del mar es un problema real. ¿Cómo se pueden evitar las consecuencias de este aumento? El 80 % de los Países Bajos está por debajo del nivel del mar. ¿Qué hicieron los holandeses? Construyeron un sistema de diques hace mucho tiempo, comenzando en el año 800, hace unos 1200 años, para evitar que el mar inundara el país. Esta fue una forma de adaptación: construir muros de contención y diques para prevenir inundaciones en caso de que los niveles del mar subieran.

¿Qué intervenciones de adaptación se revisan en su libro? ¿Tiene la geoingeniería una buena probabilidad de aplicarse comercialmente en las próximas dos décadas? ¿Cuánto cuesta?

Quiero asegurarme de que los lectores entiendan a qué me refiero por geoingeniería. En el libro me enfoco en la geoingeniería solar. La intervención más común de geoingeniería solar consiste en emitir dióxido de azufre desde un avión. El dióxido de azufre entra en la atmósfera superior, donde se combina con vapor de agua para formar un aerosol de ácido sulfúrico. Este ácido permanece en la atmósfera superior, se mantiene allí durante aproximadamente un año, luego desciende y se debe reponer en caso de que se juzgue que la aplicación tiene que continuar. El aerosol de ácido sulfúrico refleja la luz solar. No elimina el CO₂ en la atmósfera, simplemente previene que el CO₂ en la atmósfera cause un efecto invernadero y caliente la Tierra al hacer que la atmósfera refleje más luz solar. Ahora, si usted me pregunta si esto va a suceder en los próximos veinte años, hay dificultades para lograrlo. En primer lugar, al no eliminar el CO₂, es posible que aumente en alguna medida la acidificación de los océanos. Y entonces no sabemos qué podría pasar. No creo que el aumento de la acidificación del océano sea algo bueno; no sabemos qué tan malo sea su efecto sobre el aumento de temperatura. En segundo lugar, a muchos ambientalistas no les gusta la geoingeniería. Argumentan que si la gente sabe que se puede contrarrestar el impacto del calentamiento global a través de la geoingeniería, ¿por qué molestarse en reducir las emisiones? En su visión esto conduciría a relajarse, ser felices y quemar todo el carbono que queramos porque tenemos una forma de evitar el problema. A pesar de todo, creo que es necesario comenzar a invertir en geoingeniería. Por cierto, es extremadamente barato. Es sorprendente lo económico que resulta. Un país podría hacerlo por sí solo. No necesita un acuerdo global. Deberíamos comenzar a invertir en aviones, en tecnología, y aprender más. La geoingeniería es una póliza de seguros. Es posible que se empiece a usar si las temperaturas máximas siguen aumentando y las cosas comienzan a lucir mal. 

Colombia es un país de ingresos medios (USD 6.600 per cápita). Nuestras emisiones de gases de efecto invernadero representan aproximadamente el 0,5 % del total mundial. A su vez, alrededor del 55 % de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero se originan en el sector AFOLU (agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra); cerca del 70 % de nuestra generación de electricidad es hidroeléctrica, y nuestro consumo anual de energía es de 38 gigajoules per cápita (promedio mundial: 75,6 gigajoules per cápita). La producción de hidrocarburos proporciona ingresos fiscales cuyo valor alcanza el 1,6 % del pib en un país que necesita aumentar el gasto social. Con este panorama incompleto, ¿qué políticas de cambio climático no se deberían recomendar?

En realidad, conozco un poco más sobre la economía colombiana. He estado en Bogotá y en otras ciudades de Colombia.

De hecho, la última vez que tuve la oportunidad de saludarlo fue en una de sus visitas a Bogotá.

Sí, di una charla hace unos siete años en una universidad. Entonces, ¿qué le correspondería hacer a Colombia? No creo que Colombia deba gastar mucho dinero en reducir las emisiones. Creo, como usted plantea, que Colombia necesita crecer y reducir la pobreza endémica que afecta a muchas personas. Ustedes necesitan aumentar sus ingresos fiscales y, tiene razón, la producción de petróleo y gas genera una parte importante de esos ingresos. Colombia ya emite, mucho menos CO₂ per cápita que otros países. Nadie puede señalar a Colombia de ser el problema y la razón de que el mundo sufra el cambio climático. Así que no creo que Colombia tenga que asumir la carga de descarbonización que les tocaría asumir a China, India, los Estados Unidos o Europa. No significa que no deban hacer nada. La movilidad en Colombia, al igual que la de otros países, migrará seguramente hacia los autos eléctricos, por ejemplo. Eso sería bueno. A medida que bajen los precios de los autos eléctricos y de las baterías, el transporte se electrificará, pero yo dejaría que eso sucediera de forma natural. No usaría ingresos gubernamentales para acelerar la descarbonización. 

Me alegra mucho escuchar eso y coincidir en estas apreciaciones. Muchos ambientalistas y políticos piensan que deberíamos acelerar la disminución de nuestras emisiones, pero eso es muy costoso. Para terminar, ¿tiene algún comentario sobre las deliberaciones y decisiones de la COP 28 en Dubái? ¿Está al tanto de lo que está sucediendo allí hoy (6 de diciembre de 2023)? ¿Qué opina al respecto?

Sí, mi impresión es que no han hecho nada. Y mi expectativa es que no harán nada. Habrá conversaciones y acuerdos sobre la importancia de hacer ciertas cosas, pero no se llegará a compromisos significativos. Es muy difícil lograr un acuerdo global sobre la reducción de emisiones. Una forma de hacerlo es a través de un impuesto global al carbono armonizado, donde cada país imponga un impuesto al carbono que los gobiernos recauden. Supongamos que Colombia aumenta su impuesto al carbono a USD 50 / tonelada. El problema es que los gobiernos recaudan el dinero del impuesto y lo utilizan de cualquier manera, por ejemplo, para reducir otros impuestos o para construir pirámides. A los gobiernos les gusta recaudar dinero de esa manera. Eso limita la potencia del instrumento de impuesto al carbono. En teoría, y con suerte, los recaudos fiscales no se deberían usar para construir pirámides, sino para apoyar el financiamiento climático. 

 

¿Cómo Drummond se dirige hacia una industria carbonífera con conciencia ambiental? 

* En el caribe colombiano se encuentra Drummond, una compañía que se ha convertido en líder de la industria carbonífera al ser, por octavo año consecutivo, el mayor productor y exportador de carbón en Colombia. Más allá de sys procesos industriales, su modelo de sostenibilidad impulsa a la región caribe e impacta positivamente su entorno.  

1. Su estrategia de desempeño ambiental, social y de gobernanza trabaja desde cuatro pilares centrados en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Paz y Derechos Humanos, Gobernalididad para el desarrollo, Desempeño Ambiental y Desarrollo Integral). 

2. La compañía logró que en 2023 se plantaran 82.190 árboles y que se revegealizaran 1,946 hectáreas. Al cierre de ese mismo año, rescató y liberó en zonas de conservación, que ha habilitado dentro de su mismo complejo minero, 2.367 especímenes de fauna silvestre. 

3. A mediados del 2023 las diferentes unidades de negocio de Drummond presentaron su estrategia para alcanzar las neutralidad de carbono en el año 2050. Incluyó acciones como la incorporación de una planta de procesamiento de llantas residuales, la conversión de vehículos livianos a gas natural vehicular (GNV) y la conexión de las operaciones en Colombia a la red eléctrica nacional. 

4. En 2023, Drummond inició la construcción del Parque Solar Cañahuate I, que tendrá una capacidad efectiva de 65 MWp (megavatios pico). Con esto, reitera que la minería de carbón y sus otros proyectos energéticos son aliados de la transición productiva. 

ACERCA DEL AUTOR


Consultor internacional en infraestructura y energía. Es miembro del comité editorial de El Malpensante.